Querida, querido Ussuri,

Hay algo que queremos compartir contigo sobre la planificación, algo que hemos aprendido después de años acompañando grupos por valles y cumbres. De hecho, en algunas salidas, ya nos habéis oído hablar de este tema cuando comentamos algún incidente en la montaña.

Hoy queremos profundizar en ello porque la planificación minuciosa no limita la aventura, la multiplica. Y queremos explicarte por qué una buena planificación puede ser la diferencia entre una jornada memorable y un rescate en helicóptero.

Pero antes, déjanos contarte qué significa para nosotros planificar una ruta: cuando elegimos un itinerario para nuestros grupos, desplegamos el mapa sobre la mesa y nos perdemos un buen rato estudiando curvas de nivel, collados, barrancos, vegetación… Es uno de nuestros momentos favoritos: imaginar el terreno, calcular tiempos, identificar los puntos clave.

Porque la aventura empieza mucho antes de ponerse las botas.

Los dos enemigos silenciosos de la montaña

Cuando planificamos una salida, siempre pensamos en dos tipos de peligros muy diferentes. Los peligros objetivos son los que todos conocemos: desprendimientos, tormentas, aludes, nieblas densas… Esos que respetamos instintivamente.

Pero los peligros subjetivos son mucho más traicioneros. Y aquí viene lo que queremos que tengas muy presente: ocasionan más accidentes. Y derivan exclusivamente de nuestros conocimientos (o su carencia), comportamientos y capacidad de respuesta.

¿Te suena familiar alguna de estas situaciones? Creerte invulnerable después de unas cuantas rutas exitosas. Subestimar un sendero porque «parece fácil en las fotos». Fiarte únicamente del GPS del móvil. Pensar que porque tienes buena forma física ya controlas todos los aspectos de la montaña. O salir sin mapa físico porque «para qué, si tengo el teléfono».

Todos hemos caído en alguna de estas trampas mentales en algún momento. La clave del aprendizaje está en reconocerlas, entender por qué suceden y desarrollar estrategias para evitarlas.

Porque la experiencia no se mide solo por las rutas completadas, sino por la capacidad de identificar y gestionar estos riesgos.

El mapa y la brújula: tus mejores aliados

Hace unos años, en una salida invernal personal, nos pilló una ventisca inesperada. En cuestión de minutos, la visibilidad se redujo a apenas unos metros. Uno de los participantes sacó el móvil para orientarse, pero el frío había agotado la batería. Otro confiaba en su GPS de muñeca, pero las condiciones meteorológicas dificultaron la recepción de señal.

¿Sabes qué nos sacó de allí? El mapa y la brújula que siempre llevamos en la mochila. Esas herramientas «anticuadas» que nunca fallan.

El GPS, el móvil, son dispositivos fantásticos. Pero cuando las cosas se ponen feas, cuando realmente necesitas orientarte, el mapa y la brújula son tus herramientas principales. Hay todo un mundo detrás de los mapas, pero eso será tema para otra newsletter…

La obsesión inteligente

Puede que todo esto te parezca excesivo. «¿Tanto trabajo para ir a la montaña?» Pero aquí está la clave: cuanto más minuciosa sea tu planificación, más disfrutarás tanto del resultado como del proceso. Incluso si culmina en una retirada imprevista.

Porque cuando tienes todo bien planificado, cuando conoces las alternativas y has estudiado los riesgos, puedes mantener esa atención consciente que la montaña exige, sin esa tensión de «¿y si…?» que podría arruinar la jornada. No se trata de relajarse—la montaña nunca permite eso—sino de estar presente y concentrado en lo que realmente importa, para poder disfrutar de la actividad.

Lo que viene la próxima semana

Hemos hablado de los peligros invisibles y de las herramientas que nunca fallan. Pero ahora viene lo que de verdad marca la diferencia: cómo convertir números en experiencias reales.

La próxima semana te contaremos por qué 700 metros de desnivel pueden ser accesibles o no, cómo calculamos tiempos aproximados de actividad y por qué siempre tenemos un Plan B, un Plan C y hasta un Plan D preparados.

Porque la diferencia entre disfrutar de una actividad o no, no está en el nivel montañero que tengamos, sino en la inteligencia de su planificación.

Nos vemos en la montaña

P.D.: Si tienes alguna experiencia con planificación que te haya enseñado algo importante, nos encantaría que la compartieras. Todas las historias suman sabiduría.

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