Nuestros viajes, ya sean de fin de semana o largos, siempre pretenden un encuentro con la montaña y el medio natural en su sentido más puro y honesto: el del viajero clásico que solo desea filtrarse con aquello que está descubriendo, sin prisas, sin reloj. Caminar por el mundo como si lo hiciéramos por la tensa piel de un tambor que resuena a cada uno de nuestros pasos.