Querida, querido Ussuri,

Siempre que salgo al campo veo plantas silvestres que me llaman la atención. Y también siempre me pregunto lo mismo: ¿tendrán alguna propiedad medicinal o por el contrario serán venenosas? Averiguar qué planta es y sus propiedades (si es que las tiene) es una labor que me lleva un ratito cuando vuelvo a casa. Y entonces me acuerdo de las trementinaires….

Esta es la historia de las trementinaires, mujeres conocedoras de los recursos naturales y sus usos medicinales que habitaban el Pirineo Catalán, particularmente el valle de La Vansa y Tuixent (recordemos que el Pirineo cuenta con una gran biodiversidad y es el segundo territorio europeo con más variedad de plantas).

Desde el siglo XIX hasta 1982, estas mujeres salían en parejas en viajes que duraban semanas, cargadas con plantas medicinales que pesaban entre 20 y 25 kilos: té de roca, salvia, oreja de oso, hisopo, comino, orégano, corona del rey, valeriana, menta, lavanda y manzanilla.

Su especialidad era la trementina (lógicamente, lo que dio origen a su oficio). Se trata de un aceite esencial que extraían de la resina del pino y utilizaban para aliviar dolores, golpes y torceduras, además de tratar picaduras de arañas y víboras.

Hoy en día el uso de la trementina es bien distinto, ya que tiene aplicaciones industriales. Se emplea como disolvente en pinturas y barnices, y en algunos productos de limpieza, aprovechando sus propiedades como disolvente natural. Aún así, podemos encontrar aceite esencial de trementina en herbolarios. Su uso se aplica en cosmética, en masajes terapéuticos antiinflamatorios y aromaterapia entre otros.

Como dato curioso, las bolsas para transportar las hierbas las hacían con viejas fundas de cojines, cosidas en varios tamaños para que cupieran unas dentro de otras cuando estaban vacías. También secaban setas y hongos enhebrándolos como collares para facilitar su transporte.

En 1982 se hizo el último viaje. Lo realizó Sofía d´Ossera junto a su compañero Miquel, cerrando un capítulo de más de un siglo de conocimiento aplicado de forma sostenible.

El conocimiento sobre medicina tradicional y plantas medicinales forma parte del patrimonio cultural rural. Para las comunidades de montaña, este saber ancestral sigue siendo una herramienta terapéutica real, transmitida de generación en generación.

Hoy, farmacéuticos y médicos en zonas rurales reconocen la importancia de conocer estos usos tradicionales, no solo por su valor cultural, sino para identificar posibles interacciones con tratamientos modernos y comprender mejor las prácticas de salud de sus pacientes.

De ahí la importancia (entre otras muchas razones) de mantener y salvaguardar nuestro Patrimonio Natural que desgraciadamente estos días está siendo devastado.

Nos vemos en la montaña
UssuriTrek

P.D.: Para saber más sobre estas mujeres increíbles, os dejamos el enlace al Museo de las Trementinaires

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