¿Qué nos atrae tanto de estos dos lugares, separados por cientos de kilómetros y climas radicalmente distintos? Probablemente, todo lo que comparten. Las montañas del Alto Sil y las sierras de Cazorla poseen rasgos similares que las unen profundamente: el agua y su riqueza forestal y faunística.

Dos espacios naturales de gran importancia: ambos cuentan con Reservas de la Biosfera. La Laciana, junto al río Sil. Y el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, cabecera de los ríos Segura y Guadalquivir.

El agua

Quizás el denominador común a priori más desconocido. La cantidad de recursos hídricos, tanto superficiales como subterráneos, ha moldeado una Cazorla caliza, labrando barrancos y quebradas afiladas, crestas y serranías intrínsecas que más parecen guaridas y escondites.

Mientras, el Sil corre por el viejo valle glaciar cuyo hielo llegó a más de 50 kilómetros desde las cumbres de Peña Orniz hasta los páramos.

La flora

Rompiendo esquemas. Del primer viaje a Cazorla guardo una bonita imagen de montaña boscosa. Sorprende que en estas sierras se concentre aproximadamente el 25% de las especies de plantas ibéricas.

A pesar de los fríos inviernos que comparten Alto Sil y Cazorla, el clima del verano —entre otras cosas, tan diferente— hace que disfrutemos de distintas bellezas paisajísticas.

La selva norteña es dominada por robles y abedules, serbales y tejos, todos ellos recubiertos por una increíble capa de líquenes. La andaluza, lo es por un extraordinario bosque de pino laricio, surcado por ríos y arroyos, y acompañado de encinas, quejigos, coscojas, lentiscos y cornicabras, entre otras especies.

La fauna

Tan distantes de nuevo y con tanto en común. Nos maravilla encontrar especies tan valiosamente protegidas como el quebrantahuesos en Cazorla (¡qué emoción cuándo nos sobrevuela!), y el urogallo, en su tenaz lucha contra la extinción, en el Alto Sil.

Y esto es sólo la punta del iceberg, porque también habitan una gran variedad de ungulados que se dejan ver con facilidad en Cazorla: ciervos, gamos, corzos, muflones… además de otras rapaces diurnas y nocturnas.

Caminando por el Alto Sil no nos costará reconocer rastros de lobos u osos, comunes en la comarca, además de toda la orla propia de la fauna cantábrica.

Esperamos haber podido transmitiros parte de nuestra fascinación por estos espacios naturales tan sorprendentes a través de estas breves pinceladas.

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