Senderismo entre amigos en el Hueco de las Hoces de la Pedriza
El pasado día 2 de Diciembre estuvimos de ruta senderista en el Hueco de las Hoces, uno de esos lugares que hacen a La Pedriza de Madrid tan especial; un angosto valle cuyo fondo es recorrido por un torrente estacional, bloqueados los pasos lógicos pòr una tupida vegetación de brezos y jaras y encinas que amenazan con enredarte entre sus ramas como sutiles guardianes; enormes bloques impiden el paso tranquilo, teniendo que adoptar forma de cabra para avanzar. Flanquean al valle paredes tan imponentes como el Pan de Kilo y toda suerte de combinaciones alucinógenas en la roca que la erosión ha creado sobre el granito. Al fondo, reina el Yelmo.
Es lugar complicado y perdedor el Hueco, recóndito escondrijo para una generación de halcones cuyos gritos resuenan por todo el vallejo al lanzarse a la caza. Y cómodo refugio para las cabras en los jardines más aislados, donde los robles crecen hincando sus raíces en las grietas que abren las rocas y los pilancones de las partes altas les sirven de abrevadero antes de que el hielo los cierre.
Puentes de roca, ventanas en la piedra, almenas y chimeneas coronan los riscos. A veces, si los buitres planean bajo, se escuchan sus plumas rasgando el viento, recostado sobre una cama de piedra bajo el tibio sol invernal.
Después de nuestro recorrido secreto, nos incorporaremos a los caminos más trillados, que otros tantos montañeros caminan sin saber exactamente por qué. Nosotros sí, hemos tenido toda la intención de llegar a este lugar y vivirlo. Nos hemos mecido en los brazos de la más auténtica Pedriza y hemos sido parte de ella como el halcón, la cabra, el buitre, la jara y el brezo. Nuestros dedos bruñidos por la roca así lo confirman.