Desde hace tiempo, en Ussuri Trek, defendemos con ahínco «los valores fundamentales de la montaña», pese al riesgo de ser conceptuados como «viejunos» o tener una visión anquilosada del montañismo. De hecho, alguna persona querida nos advierte contra ese tipo de lenguaje, que podría tener efectos negativos en «el hecho publicitario».

Y entendemos que el aviso puede ser real, certero. Pero para Ussuri tiene algo de reto, pues tratamos de que signifique lo mejor de nuestro deporte, antes llamado «forma de vida», aquello que conmueve a una persona ajena a las actividades de montaña pero que entiende la carga emocional, la gran enseñanza que encierra y que proviene de una larga cadena de personas de todo tipo y de todo tiempo, que encontraron en la montaña el escenario ideal para la búsqueda vital, la amistad, la sinceridad, el esfuerzo y la consecución de un sueño, que no valía si era a toda costa.

Los habitantes de la Montaña, pastores, monjes, «brujas», exiliados de los valles, que encontraban al extraviado, lo protegían en sus chozos o refugios. Los caballeros ingleses con su visión deportiva y su respeto al «fair-play», los amigos que cargan con la mochila del que va agotado, los que ofrecen su agua, su comida a quien ya  la acabó, los guías que trabajan durante horas en un rescate de una persona que ni estaba en su grupo ni siquiera conocen. Los perdidos que, con su cuerpo, protegen a su compañero en la ventisca, a veces hasta pagar con su vida.

Claro, no hay que ponerse dramático y también reconocer que ha existido (y existe) mucha mezquindad también en la montaña. Pero esos actos antes mencionados y todos los que quedan en el tintero, sabemos que son ciertos, que se producen casi diariamente y empiezan del modo más sencillo posible: en la hora de la comida compartiendo algo de ella, en el ajuste de la cinta de la mochila de un desconocido, en la contemplación de hermosos paisajes, donde la gente se reconoce como iguales ante la misma pasión. Y en Ussuri Trek tratamos de modularlo, de procurar un entorno favorable a que sucedan esas «sinapsis entre personas». Nos gusta hablar de hazañas e historia alpina, de los grandes…Bonatti, Bühl, Kurtyka, Teógenes…de los que podemos aprender tanto…

Ese es nuestro «plan maestro», nuestra conspiración: conseguir que toda la gente que nos conoce y que ha llegado a la montaña en estos últimos años, en que tan fácil ha sido gracias a la accesibilidad de material, de información, de tecnología, como un placentero (y versátil por la cantidad de  disciplinas deportivas novedosas) objeto de consumo que aporta salud, bienestar, etc, conozca los motivos originales y sean atrapados por la vieja red urdida por la mente humana desde el día en que decidimos que allí arriba, estaba la morada de los Dioses.

No, no somos viejunos, somos eternos.